lunes, 12 de enero de 2009

Tentacion (V)


No podía creerse lo que le estaba sucediendo. Pero tod0 pensamiento desapareció espontáneamente al verse atropellado por el comité de bienvenida que acompañaba a dicha intrigante Dama. Sintió pavor de ser presentado, de no ser capaz de articular ni tan siquiera una frase, un sonido, y prefirió distanciarse del grupo, no sin antes echar un último vistazo a la invitada. Cual seria su sorpresa cuando en ese mismo instante fue deleitado con una sutil sonrisa acompañada de una mirada tan intensa como malévola… Si, así es, la Dama se había percatado de su existencia. Mil sensaciones se apoderaron de el en ese instante, para hacerle sentir como un volcán en erupción. Su cuerpo era invadido por un torrente de energía que le capacitaba de una fuerza nunca antes experimentada. Cuando pudo reaccionar, ya todo el mundo había pasado al salón comedor dispuestos a degustar la cena.

Unas frases optimistas y positivas mencionadas por uno de los socios fueron las encargadas de dar por finalizada la cena. Entre aplausos, todo el grupo se levantó, y después de darse cordialmente las buenas noches, cada uno se dispuso a ir a sus aposentos. Pero el ansiaba poder verla antes. Ya tenía su presentación preparada. Durante la cena estuvo planificando como entablar conversación y de que manera poder alargar el encuentro. Todo se derrumbó a sus pies al observar como el grupo de la comitiva trasladaba a la Dama a un salón privado. Reaccionó audaz para llegar hasta la puerta, mientras veía como ella se acomodaba en un sofá. Ya estaba cerca, lo estaba consiguiendo, pero en ese mismo instante las puertas del salón se cerraron. Confuso, perplejo e impotente, observaba como uno de sus superiores le cerraba la puerta en su cara, Y mientras la hacía, su mirada le prohibía la entrada a esa reunión.
“¿A que juegan?”, pensó. “¿De que trata todo esto?”, se preguntó. Me siento manipulado , se confirmó a si mismo. Sin mediar palabra se dirigió a sus aposentos y, una vez en su habitación, respiró profundamente, encendió un cigarrillo y después de inhalar la primera calada, expiró toda la furia contenida hasta ese momento.

Necesitó tres cigarrillos seguidos para poder controlar su estado de ánimo alterado. Cogió una copa, depositó dos hielos y vertió su whisky escocés preferido. Encendió su cuarto cigarrillo y miró a través de la ventana, ya mas relajado. Su mente divagó durante un rato y sintiéndose como una ficha en un tablero, intentó averiguar donde encajaba en ese extraño juego. Sin éxito. Se hallaba aún mas confundido y no sabia cual era el papel que jugaba realmente. A no ser que no existiese tal juego, claro. Que no fuera mas que una absurda fantasía creada por el mismo. Pero rechazaba la idea de que su mente le estuviese jugando una mala pasada….Porque para el todo era tan real que no podía ser inventado. Imposible, se decía a su mismo. Una luz tenue en el exterior hizo que sus pensamientos se vieran interrumpidos. Apagó las lámparas de su cuarto para no ser descubierto y continuó observando desde su ventana. Varias siluetas en la oscuridad se movían dirigiéndose en grupo hacia esa luz. Agudizó aun mas su vista entre tanta penumbra. Y puso observar como un grupo de cinco seguían a uno. Era imposible diferenciarlos ya que todos estaba ataviados con una especie de toga o sotana. Con capuchas en sus cabezas era imposible saber si se trataba de hombres o de mujeres. Se abrió una puerta y entraron todos menos uno que esperó a que pasara el último para cerrar la puerta desde el exterior. ¿Era real lo que esta viendo, o por el contrario volvía su mente a intentar jugársela?

Hacia años que no fantaseaba. Tenía grandes dosis de autocontrol sobre si mismo, muchas horas de psicólogo le habían enseñado a no divagar de forma inútil por su mente. No, no estaba delirando. Todo era real. Se calzó, dió el último sorbo a su copa y con valentía salio de sus aposentos dispuesto a averiguar que sucedía.
Pero lo que no podía prever era que se iba a convertir en testigo de primera línea de unas escenas inimaginables. No estaba preparado. A él nadie le había comentado nada. Pero las escenas de las cuales sus ojos fueron testigos exclusivos hicieron cambiar para siempre toda su vida. Claro que en ese mismo instante, el aún no era plenamente consciente de ello.

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