martes, 16 de junio de 2009

La Iniciación (I)


Cogieron cada una su copa de champagne e hicieron un brindis. "Por tu iniciación", dijo la Baronesa. Sin entenderlo muy bien, Margaret sonrió y ambas bebieron.

"Exquisito, verdad querida? Es uno de mis preferidos. Pónte cómoda, que hay mucho donde escoger".

Pasadas dos horas, Mademoiselle Le Foun entró y conversó con la Baronesa. "Así será, Señora Baronesa. Pasen conmigo a los probadores. Desea que traiga primero lo de su invitada o lo escogido para usted?" "Primero lo de mi invitada. De mi ya conoce mis medidas. Ah, por favor, traigame tambien dos pares de medias para liguero" "Así será Señora", respondió Mademoiselle Le Foun.

Pasaron a uno de los probadores y al verlo Margaret no pudo evitar decir: "Que maravilla! Tiene el tamaño de mi dormitorio", ante lo que la Baronesa esbozó una sonrisa.

"Querida, vete despojandote de tu ropa para que te pruebes los modelos escogidos para ti". Margaret se sonrojó. "Aquí, delante de usted?" "Pues claro, querida, alguien te tiene que ayudar. Además no me dirás que sientes vergüenza, no?" Margaret se puso aún mas colorada y balbuceó: "Es que yo......verá......nunca me he...."

"Querida, querida...relájate...."dijo la Baronesa y colocándose detrás de ella con el espejo frente a las dos, continuó: "Eres encantadora, pero no te preocupes, si miras desde aquí, de frente me ves, a tu lado y así yo te voy ayudando a desnudarte mientras hablamos y me observas".

Pero Margaret solo miró mientras la Baronesa le desabrochaba la blusa....con sus manos puestas casi en sus pechos y la boca entre el oido y el cuello de Margaret.

La voz de la Baronesa parecía hipnotizarla. Le quitó la blusa y delicadamente le desabrochaba la falda...el corazón de Margaret latía fuerte y su respiración era ya entrecortada....

La Baronesa se puso en frente de ella....mirándola a los ojos le decia mientras sus manos acariciaban su cuello: "Tienes un cuerpo muy bonito y tengo que enseñarte a sacarle mas provecho....". "pero yo....!" "Shhhhhh!" interrumpió la Baronesa "Toma un poco de champagne, querida y confia en mi".

Otra voz: "Señora Baronesa, aqui le dejamos su encargo. Si desea algo mas, nos lo comunica, por favor". "Gracias, queridas, podeis retiraros". "Como usted desee". Y se alejaron los pasos.

La Baronesa volvió a poner la copa en la mano de Margaret. "Por esta noche y las venideras" Posaron las copas. Cuando Margaret se incorporó la Baronesa ya sostenía en su brazo varios modelos de lencería y con una sonrisa pícara y una mirada muy intensa pronunció: "Querida, para que te pruebes estos he de desnudarte del todo, pero antes quitate esos pantys". Y Margaret, sin rechistar, se dehizo de sus medias y mirando timidamente dijo: "Ya está, aunque yo creo...." La Baronesa silenció sus labios con un dedo y susurró: "Querida mia, ahora comienza tu iniciación". Se agachó y cogió un pie de Margaret, comenzandolo a vestir con una media negra de seda.

Margaret sintió un escalofrio recorriendo todo su cuerpo mientras la Baronesa subía la media por su pierna....la rodilla....hasta alcanzar su muslo derecho....alli finalizaba la media con un grueso y precioso encaje. Le pidió el otro pie y continuó con ella hasta llegar a su muslo izquierdo....

La agarró por la cintura y le ajustó el liguero por arriba bajando hasta su ombligo...para sujetarle sus braguitas y bajarselas con sumo cuidado.

Las manos de la Baronesa eran tan delicadas que Margaret no pudo sostener un profundo suspiro al verselas bajadas a traves del espejo.

La Baronesa se puso en pie y dandole la vuelta comenzó a bajarle las tiras de su sujetador mientras sus manos le acariciaban los hombros....despues los brazos....dirigiendolos hacia los senos de Margaret, donde ya ella habia perdido toda su voluntad...dejándose llevar....por la dominación absoluta de la Baronesa sobre ella....Dejó caer su cabeza hacia atras....apoyandose en el pecho de la Baronesa....cerró los ojos y su excitación fue en aumento.

Los labios de la Baronesa comenzaron a rozar su cuello....mientras las manos tocaban suavemente sus senos....Margaret cerraba fuertemente sus manos.......estaba excitada.....muy excitada.....los dedos rozaron sus pezones......soltó un gemido.....Aaaaah!...soltó otro....y con su mano agarró la de la baronesa y la dirigió hacia su sexo.....lo deseaba, lo deseaba.....deseaba con locura que la Baronesa le tocase por fin...lo acariciara. Deseaba con lujuria sentirse masturbada por ella....pero.....la Baronesa le dió la vuelta....mojó dos de sus dedos en una de las copas de champagne....y llevándoselos primero a su boca para despues rozarlos por los labios de Margaret a la vez que su lengua llegaba a su rostro.

Sacó los dedos de la boca de Margaret para ponerle sus labios y bajar a la vez sus dedos húmedos hacia el sexo de Margaret....Ella gimió....y gimió otra vez hasta que la lengua de la Baronesa la hizo enmudecer....la besó muy suave.....pasó su lengua por toda la comisura del labio mientras sus dedos .....acariciaban el sexo de Margaret ya húmedo....ella gemía mas fuerte....su cuerpo ardía, su respiración era incontrolable.

La Baronesa le subió los brazos hacia arriba.....le hizo que su espalda se apoyase sobre el espejo , y con su mano agarró las dos de Margaret en alto. Su boca pasaba de sus labios a su cuello....del cuello a sus senos.....de los senos a sus pezones y Margaret solo podía gemir de placer....

Su otra mano la estaba masturbando y Margaret temblaba de lujuria y placer....Oooooh, exclamó cuando un dedo de la Baronesa rozó su clítoris....cerraba y abría sus piernas mientras la dominaba en pleno... Su placer le pertenecia a Ella....estaba dispuesta a hacer lo que le pidiese en aquel instante....gritó.....gritó de placer cuando sintió que explotaba en un ardor hasta entonces solo imaginado....besó con fuerza a la Baronesa y.....Aaaaaaaahhh, exclamó de placer empapando la mano de la Baronesa al explotar en un maravilloso orgasmo.

sábado, 6 de junio de 2009

El Descubrimiento (III)


Disfrutaron del lunch muy relajadamente y, antes de finalizar, el Sr George Buckley, presidente de la firma, pasó con la Baronesa a su despacho para mantener una conversación privada. Tomó asiento primero la Baronesa y cuando él se acomodó dieron comienzo a la conversación.
“Bien, George, está todo dispuesto para mi viaje?”
“Por supuesto, querida Baronesa, aunque me extraña no verla acompañada por Sir Edward” comentó el Presidente.
“Ah, claro!, aún no te lo he contado todo, querido”, y tomó su pitillera para encenderse un cigarro mientras continuaba conversando.
“Edward ya está en Paris esperándome y ocupándose de que todo esté perfectamente organizado a mi llegada. Ya sabes lo que le gusta satisfacerme”. Un brillo especial se produjo en su mirada.
“Además, casi he preferido darle una sorpresa con lo de Margaret ya que no espera que me lleve a ninguna fémina a la fiesta”.
El sr. presidente tosió ligeramente y añadió: “Baronesa, cree realmente que estará a la altura de los acontecimientos? No sé, me preocupa que la situación la supere…”
“George, por favor”, interrumpió ella, y con una sonrisa tan malévola como excitante añadió: “Estas hablando de mi, querido. Sabes que soy muy minuciosa a la hora de introducir a un iniciado en nuestra doctrina. Impartir e instruir son mis asignaturas preferidas. Relájate, está todo bajo control…o es que acaso lo dudas?”
“Discúlpeme, Sra Baronesa”. Y bajando su mirada y su rostro continuó: “Mis disculpas, sabe usted que estoy a sus pies”.
“Que así sea!”, dijo en tono autoritario la Baronesa. Con su mano dirigió al Sr Presidente hacia sus pies. El dio un salto hacia ellos y posando sus manos en sus zapatos preguntó: “Me da usted su permiso, Baronesa?
“Ya estabas tardando, querido” y con su maliciosa sonrisa añadió:” relájamelos, bésalos y lámelos con sumo cuidado”.
Pasadas dos horas todos se reunieron en la sala de juntas. Se cerraron las puertas y tomaron asiento. Estaban el Sr Presidente, su secretaria personal Margaret, los dos vicepresidentes Meter Nergaard y Tom Elrin, los acompañantes de la Baronesa el notario Sr Phill Gilblin y el asesor financiero Ian Walsh, y por supuesto la Baronesa.
Ella fue la primera en hablar.
“El motivo de esta visita es la adjudicación de varias obras de arte que se pondrán a la venta en una subasta privada en Paris. Se realizará en una fiesta bajo la supervisión de Sir Edward. El Sr Phill Gilblin es el encargado de revisar y corroborar la autenticidad de cada obra de arte. El Sr Ian será el responsable de pujar en mi nombre en la subasta y como os imaginareis, necesito a uno de vosotros para constatar la adquisición de las obras como propiedad mía. Y ha sido mi deseo que esa persona sea Margaret. Puesto que esta vez los invitados a la subasta son personas de la alta sociedad europea deseo evitar cualquier relación con dicha subasta”
Continuó el Sr Presidente: “Margaret, tienes exactamente tres horas para preparar tu equipaje y regresar aquí para salir de viaje con la Baronesa. Mientras tanto, nosotros revisaremos detalladamente toda la documentación que has de llevarte. Tienes a mi chofer esperándote en el garaje. Ah, Margaret, no hace falta que te recuerde una discreción absoluta al respecto, verdad?”
Ella se incorporó de inmediato y contestó a su jefe: “En absoluto, Señor, cuenta con mi máxima discreción”. Salió de la sala y dirigiéndose hacia el ascensor consiguió expulsar un suspiro de alivio. Mientras se introducía en el vehículo, un estado de nerviosismo continuo la invadía. Aún no había digerido la conversación de la reunión. Solo pensaba en que vestuario sería el más adecuado para dicho viaje, si estaría acorde con el evento, ya que ella no disponía tampoco de tanta ropa y tampoco le habían especificado para cuantos días… Entre tanto los demás continuaban reunidos.
No transcurrieron ni dos horas cuando Margaret ya estaba de regreso, así que en cuanto se notificó su llegada todos se trasladaron a la terraza del edificio.
El Sr Presidente sujetaba un maletín que pasó a entregar a su secretaria comentándole:
“Srta Domenvor, aquí tiene toda la documentación necesaria para su labor. Cuando llegue a Paris, y se traslade al hotel, vaya revisándola con calma. Está todo muy bien especificado. Relájese, que está usted más que capacitada para ello. Ante cualquier duda acuda al Sr Ian Walsh: el la asesorará puesto que trabajaran ambos en equipo. Buen viaje”
Se despidió del Sr Gilblin y del Sr Walsh con un efusivo abrazo. Se apreciaba la amistad entre ellos. Y dirigiéndose a la Baronesa sostuvo su mano derecha casi realizando una reverencia y se la besó con delicadeza.
El helicóptero se trasladó al aeropuerto donde un jet con toda la tripulación afuera les esperaba. Una vez dentro, la Baronesa pidió que les sirvieran una copa de su champagne preferido.
El viaje se hizo corto. Al aterrizar, la Baronesa dio instrucciones a sus acompañantes. Esta vez había dos coches esperándoles. En uno se introdujo la Baronesa y Margaret y en el otro sus acompañantes: “Antoine, nos dirigimos al salón de Mademoiselle Le Foun”. “Si, Señora”. Y girándose hacia Margaret: “Querida, antes de dejarte en el hotel, vas a acompañarme al salón de alta costura donde suelo adquirir mi vestuario cada vez que vengo a Paris. Y en esta ocasión, con mas razón aun. Además, quizás hasta tu te animes a comprarte alguno…”
El coche se detuvo y el chofer se apresuró a abrirles la puerta. Margaret observaba con atención la entrada de la villa. Parecía un pequeño castillo. Tocaron el timbre. Una dama joven y muy elegante les recibió con exquisita educación y hablando en francés les acompaño hasta un salón.
Margaret estaba maravillada con la decoración. Todo transmitía un glamour deslumbrante. Nunca había estado en un lugar así. La acompañante les invitó a acomodarse.
“Enseguida estará con ustedes Mademoiselle Le Foun. Desea la Baronesa que les sirvamos unas copas de champagne?” “Por supuesto, Francinne, muy amable”.
“Espero que disfruten de su estancia”
Se abrió una puerta y apareció una señora de altura media, traje de pantalón y chaqueta, pelo recogido en un moño y cinta métrica al cuello.
“Buenas tardes, querida Baronesa, es un placer volver a tenerla aquí”
“Gracias, Mademoiselle Le Foun, quisiera presentarle a mi acompañante, la Srta Margaret Domenvor”
“Es usted muy bella, querida, pero oculta demasiado su potencial… Ahora entiendo a que se refería usted, Baronesa”
Margaret miró a ambas desconcertada, pues no sabia a que se referían.
“Mademoiselle Le Foun, esta vez quiero también que las señoritas hagan pase de lencería. Quizás adquiera algunos modelos para mi y para mi acompañante.
“Será un placer mostrarle mis ultimas creaciones. Y ahora, querida déjeme tomarle las medidas a su invitada”
Una vez finalizada su tarea abandonó a las damas y con un andar muy peculiar se retiró para dar paso a las modelos.
Fueron pasando al salón.