lunes, 11 de abril de 2011

RELATO DE MI NUEVA ALUMNA BASTET..FANTASIA Ó DESEO??



Comenzaré por deciros que Bastet no es mi sumisa sino la de Amo Alberto.Esta bajo mi tutela para reforzar su Formación en Protocolo.Y yo estoy encantada para poder desarrollar también y a la par encuentros y conversaciones enttre ella y mi otra alumna Ruth.

Después de un dia que casi estropea la torpeza de un sumiso(el cuál ya se le aplicó su castigo) me animó la tarde la sesión de fotos que le hice a Bastet...junto a la sesión de Formación de ella con sumiso Nacho(muy bueno de resistencia y con un protocolo exquisito)...asi que cómo le prometí hoy publico su relato con una de las imágenes nuevas,para deleite de Su Amo.


Agradezco enormemente la confianza que deposita mi amigo y cómplice Amo Alberto.



Y ahora queridos mios... leed con atención... en un instante en el que esteís sólos... sin ruidos... y dejad que vuele vuestra imaginación..... schhh...Comienza;



Aquel fue un día de lo más agitado, solo pensaba en llegar a casa, tomarme un baño caliente, relajarme y echarme a dormir con la esperanza de que el próximo día fuese más tranquilo. Al llegar a casa encontré la puerta abierta. Pensé en llamar a algún vecino para que entrase conmigo, seguro que había entrado algún ladrón y era posible que aun estuviese dentro, pero no serviría de nada. En esa época del año, el edificio se quedaba vacío y, aunque fuese puerta a puerta llamando en busca de alguien, acabaría teniendo que entrando yo sola de todas formas ante la ausencia de gente que pudiese ayudarme.

Intenté hacer el menor ruido posible y, sin encender ninguna luz, camine por los pasillos de mi casa completamente a oscuras salvo por una luz que me guiaba, era la luz de mi dormitorio, que estaba encendida. Un pequeño resquicio de luz que escapaba de la puerta entornada. Me aproximé despacio, sin hacer ruido, percibiendo ruidos que venían de su interior. No tenía claro de qué se trataba y cuando llegué a la puerta miré hacia el interior.


Sobre mi cama había una chica con los pies y las manos atadas a la espalda, tumbada de lado, completamente inmóvil y desnuda. Un chico arrodillado sobre la cama aprovechaba su indefensión para introducir su pene la boca de la muchacha. Ella no oponía resistencia alguna mientras él se deleitaba con el roce de sus labios y la humedad de su boca. Mientras sujetaba firmemente la nuca de la muchacha con una mano, la otra buscaba sus pechos, que apretaba con fuerza para luego centrarse en sus pezones, que pellizcaba y estiraba, y que luego acariciaba con dulzura. Lo único que podía hacer la muchacha era gemir. Por unos instantes me pregunté si los gemidos de la muchacha serían de placer o no y me sorprendí imaginándome en esa posición, atada de pies y manos, indefensa, siendo usada para satisfacer a un hombre en busca de su placer…

La idea me excitó y no podía apartar la mirada de aquella chica indefensa en cuyo lugar me imaginaba por momentos. Sin darme tiempo ni posibilidad alguna a reaccionar una mano me tapó la boca y un fuerte brazo me inmovilizó en un segundo. Empujando la puerta con el pie y sin soltarme mi captor me metió en la habitación. “Puedes mirar más de cerca, no te cortes, ellos están encantados de sentirse observados”, me susurró al oído. Nada más entrar por la puerta el chico que estaba sobre la cama clavó sus ojos en los míos. No podía dejar de mirarle, quería apartar la mirada, pero no podía, de pronto parecía que ninguna parte de mi cuerpo respondía, estaba paralizada, atrapada por completo en esa mirada, en esa escena. Sabía que no había posibilidad alguna de que alguien viniese en mi ayuda y me sorprendí al descubrir que tampoco lo deseaba… La sensación de estar indefensa de la misma forma que estaba la chica que tenía frente a mi, el poder ser usada de esa forma… Me atrajo de una forma inexplicable, encendió una chispa en mi interior que me excitó al instante, haciendo a mi cuerpo desear dejarse llevar, dejarse hacer, entregarse a una experiencia nueva que se ofrecía a mí… El chico seguí mirándome fijamente, sonriendo como si advirtiese mis pensamientos, como si percibiese mi excitación y sin dejar de procurarse placer con la boca de la chica maniatada. Sin dejar de mirarme ni por un segundo y acelerando el ritmo de sus embestidas se corrió en la boca de la chica. Al terminar le acaricio cariñosamente el pelo y bajo de la cama para dirigirse hacia mí. Sentía que mi corazón se aceleraba con cada paso que le acercaba más a mí. “¿Te ha gustado?”, me preguntó cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí como para susurrármelo al odio. Con un gesto suyo el chico que me tenía sujeta me separo las piernas metiendo la suya entre ellas. No opuse resistencia y al darse cuenta de ello ambos sonrieron. “Vamos a ver que tenemos aquí”, decía mientras deslizaba su mano bajo mi falda, sorteando mi ropa interior y buscando la humedad de mi sexo; “pues sí, parece que sí que te ha gustado… Deja que me encarge de esta y enseguida nos ocuparemos de ti”.


Aun estremeciéndome por la forma en que me había tocado y mas excitada aun, vi como volvía a acercarse a la cama donde había dejado a la chica aun atada de pies y manos. LA desató liberándola de la postura en que la mantenían las cuerdas, pero no la liberó de ellas. La hizo tumbarse en la cama, dejó que se pusiera lo más cómodamente posible sobre los cojines y ató cada una de sus extremidades a una de las esquinas de la cama. Volvía a estar totalmente indefensa una vez más, a mercede de aquel que quisiera usarla, pero ahora mucho más expuesta y accesible. El la contempló durante unos instantes, le acarició el rostro y la besó con ternura en la frente y con pasión en los labios. Comprobó que los nudos se mantenían firmes, no quería que se escapara. Y comenzó a rebuscar en mis cajones hasta que dio con lo que buscaba. Sacó mi vibrador, lo puso en marcha para ver que funcionaba y me dedicó una sonrisa. Primero acerco el vibrador a la boca de la chica, que lo lamió con deseo. Después lo pasó entre sus pechos y lo fue deslizando por su vientre hasta llegar a su sexo. Se centró durante unos instantes en el clítoris, poniendo en marcha el aparato. Las vibraciones hicieron estremecer a la chica y enseguida comenzó a gemir, primero de forma suave, intentando resistirse al placer que la empezaba a invadir, después sus gemidos fueron en aumento… Entonces lo introdujo en su sexo, penetrándola una y otra vez cada vez con más fuerza y aumentando la potencia del vibrador. Los gemidos de la chica aumentaban cada vez más, su cuerpo se retorcía, sus caderas se alzaban con cada embestida… Hasta que finalmente llegó el orgasmo, invadiéndola desde lo más profundo de su ser, convirtiendo sus gemidos en gritos, tensando todo su cuerpo al máximo, para luego caer en un estado de paz, de tranquilidad, que pareció invadir toda la habitación. Yo me sentía tremendamente excitada, deseaba experimentar todas aquellas sensaciones, deseaba escuchar de nuevo esos gemidos, deseaba que se fundieran con los míos propios. Fijando de nuevo su mirada en mí, puso de nuevo el vibrador en marcha, aun en el interior de la muchacha, introduciéndolo firmemente y asegurándose de que no se moviera de su sitio. “No quiero que se quede sin entretenimiento mientras nos encargamos de ti”, dijo mientras se acercaba a la chica para darle un beso en la frente. Enseguida la chica comenzó a gemir de nuevo y mi excitación fue en aumento una vez más. Apenas me había percatado de ello, pero mi captor había retirado la mano que me amordazaba y había disminuido la presión que ejercía sobre mi con el otro brazo para que no me moviese. Me sacaron de la habitación, dejando a la chica sola, tan solo con la luz de la mesilla encendida, inmersa en sus propios gemidos, perdida en su propio placer. Nos encontrábamos en el salón, aun sujeta por mi captor, que no se había separado de mi ni un solo segundo y con el otro chico caminando a nuestro alrededor, pensando en qué hacer conmigo. Se paró enfrente mía, mirándome de arriba abajo. Cogió unas tijeras de un mueble próximo, me abrió la camisa y cortó mi sujetador.

Se detuvo unos segundos para observar mis pechos, los acarició, los apretó entre sus manos y me pellizcó los pezones igual que le había visto hacer antes con la chica maniatada. Intenté ahogar un gemido, pero no pude. Siguió cortando mi falda y también el tanga, haciendo caer todo a mis pies. Mientras mi captor terminaba de quitarme la blusa y el sujetador, el otro chico deslizaba una mano entre mis piernas u comenzaba a acariciarme el clítoris. Apenas podía controlarme, los gemidos escapaban desde mi interior sin control alguno y creí que en cualquier momento me caería porque mis piernas serian incapaces de sostenerme. De repente paró y le comentó algo al oído a mi captor. Este me llevo hacia la mesa que había a un lado del salón y me hizo recostarme sobre ella, manteniendo mis brazos a la espalda. El otro chico se mantuvo fuera de mi campo de visión, pero sabía que estaba ahí, dando instrucciones inaudibles para mí. Sentí como las manos de mi captor dejaban de ejercer fuerza sobre mis brazos para ser sustituidas por unas cuerdas, que me inmovilizaron de forma más firme, sin ningún tipo de escapatoria posible. Una vez hubo terminado de inmovilizar mis brazos continuó con mis piernas, que me hizo separar hasta alcanzar las patas de la mesa para atarme por los tobillos a ellas. Me encontraba totalmente indefensa y me excitaba la sensación de ser tan accesible y vulnerable al encontrarme en esa postura y atada de pies y manos. Mi captor no se apartaba de mí, me acariciaba el cuerpo, haciéndome disfrutar del tacto de sus manos, que sabían ser tiernas y suaves al igual antes habían sido firmes y fuertes. Me acarició el pelo y acogiéndolo todo en su mano tiro de él haciéndome levantar la cabeza, me miro fijamente y me besó, tiró de mí, haciéndome curvar la espalda y obligándome a darle accesibilidad a mis pechos. Cogió mis pezones entre sus dedos y los pellizcó, los retorció, haciéndome gemir, debatiéndome entre el dolor y el placer que aquello me provocaba. Me fue soltando poco a poco hasta que volví a estar completamente apoyada en la mesa de nuevo. Entonces el otro chico volvió a aparecer en mi campo de visión, arrastrando tras de si un sillón y colocándolo delante mía para vernos bien el uno al otro. Sabía que tanto él como mi captor estaban también excitados; él porque podía ver claramente su erección y la de mi captor podía sentirla… Y eso hacía que se apoderase de mí un deseo mayor, más fuerte, más lascivo…


Un timbrazo me sacó de mis pensamientos, de mis ensoñaciones… Sentí la fría porcelana bajo mi cuerpo, el agua que hacía mucho que había dejado de estar caliente cubriendo mi cuerpo, la espuma que comenzaba a desaparecer, el timbre que no dejaba de sonar… ¡Maldito teléfono! - ¿Si? - ¿Qué estás haciendo? Te estamos esperando, ¿dónde te has metido? - Lo siento, había olvidado que habíamos quedado. He tenido un día de mierda y en lo único que pensaba era en un baño caliente y descansar y me he quedado dormida en la bañera. Sorry. - Da igual, no pasa nada, pero ven ya que te esperamos. - Bueno, aunque no tengo ni ganas ni fuerzas para moverme y a pesar de que me hayas despertado en mitad de un sueño estupendo y en estos momentos te odie por ello, me vestiré e iré… - Ok, lo siento por traerte de vuelta a la cruda realidad. Estamos donde siempre. No tardes.

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