miércoles, 24 de diciembre de 2008

Tentación (III)


Solamente consiguió verla unos instantes, pero bastaron para que su imagen quedara registrada en su memoria de forma indeleble. Practicamente se estaba obsesionando con ella. Cuando llegó al antiguo monasterio, ahora convertido en un hotel, no pudo evitar que su mente albergase la extraña sensación de que se aproximaban intensas experiencias en ese entorno.


La imagen del monasterio, junto con el maravilloso paisaje otoñal, hacían que la fantasía lo envolviera en situaciones excitantes y prohibidas en compañia de la misteriosa Dama.

En el momento en que el botones abrió la puerta de su coche despertó del éxtasis en el que se había sumergido su sueño. Subió a su habitación y, al asomarse a la venta, la panorámica, sin duda, fué mas que satisfactoria. Al anochecer, se dispuso a dirigirse hacia el comedor. Pasó por un largo pasillo que evocaba la Corte francesa del siglo XVI. Absorbido por tan bello escenario, captó repentinamente una fragancia intensa, inquietante y que sería ya inolvidable para el. Seguidamente, una voz tan sensual como firme se unió a la esencia.


Era ella, sin duda, tenía que serlo, ya que solamente ella conseguía alterar sus sentidos tan intensamente...

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