miércoles, 4 de noviembre de 2009

Una Sesión Especial (II)

La sensación que tenía respecto a Pablo me motivaba cada vez más. Me daba la seguridad de que la sesión iba a desarrollarse perfectamente y que el resultado sería satisfactorio para ambos.

- “Ahora, querido mio, ves ese cojín?”
- “Si Milady”
- “Pues cógelo y traelo aquí, a mi lado”

Un poco confuso por la orden y nervioso, rápidamente cogió el cojín y vino hacia mi, sin tener muy clara su utilidad. Me siento en mi sillón y continuo:
- “Posa el cojín aquí, a la altura de mis pies. Y quiero que te arrodilles en el. Que tal andas de resistencia en tus piernas? Crees que podrás aguantar durante un rato esta postura?”
- “Por supuesto Milady, aguantaré el tiempo que haga falta”
- “Tampoco es eso, querido mio, no pretendo desgastarte pero si ir entrenándote en posturas adecuadas para estar ante mi y trabajar poco a poco tu resistencia en ellas”
Sonriéndole mientras mantengo en mi mano derecha una fusta, le digo:
- “Este cojín lo compré especialmente para vosotros, para vuestras rodillas, porque detesto que las tengáis hincadas en el suelo provocándoos un malestar que perjudica la belleza de la postura”
- “No se que decir, Milady, es un detalle por su parte”

Suelto una carcajada y acercando mi rostro al de Pablo le susurro suavemente:
- “Oh, querido, no tengo, por ahora, intención de agotarte….tienes que durarme mucho”

El se queda sin palabras y noto como comienza a respirar aceleradamente. Me alejo, cruzo mis piernas, reposo mis brazos en el sillón sosteniendo la fusta con ambas manos y continuo:
- “Aunque tenga una fusta en mis manos, eso no significa que la vaya a utilizar contigo. Independientemente de que lo desees o no.”

Mis palabras produjeron en su mente un alivio y quizás una inquietud que no pudo evitar reflejar en su rostro.
- “Vamos a comenzar por el contacto. Ves mis piernas?”
- “Si Milady”
- “Ves mis zapatos?”
- “Si Milady”
- “Pues ahora quiero que cojas tu mano derecha y acaricies mi pierna desde la rodilla hasta la punta de los zapatos”

Su mirada de incredulidad hacia que interiormente mi malicia aumentara.
- “Pero eso si, querido, vas a comenzar cuando yo así te lo indique. No te aceleres y por supuesto, como lo hagas mal por no escucharme, no volverás a tener el placer de rozarlas. Así que pon tu mano en mi rodilla, respira y muy lentamente comienza”
- “Ahora, ya, Milady?”
- “Pues claro, te lo estoy diciendo”
- “Es que no se como hacerlo. Tengo miedo de que no le guste, de que no le complazca, de que piense de mi que soy un torpe…”
- “Uy, tranquilo querido, relájate. Estás aquí conmigo, comenzando a realizar algo que deseas desde hace tiempo. No pretendas querer demostrarme nada porque esa labor no te corresponde a ti. Porque sino tu mismo interrumpes tu adiestramiento. Estas aquí y, recuérdalo siempre, para que yo te enseñe, te desarrolle y te evolucione, compartiendo, aprendiendo y disfrutando del Bdsm. Asi que si yo creo que estas capacitado para desarrollar esa parte tuya, tu no eres quien para dudar de ti…si yo no lo hago.”

Agachando la cabeza y bajando su cuerpo hasta apoyar su trasero en los talones, me dijo arrepentido:
- “Disculpe Milady. Se que aún no tengo experiencia y que soy muy torpe. Pero de verdad que deseo con todas mis fuerzas aprender, y que usted me enseñe. Y discúlpeme también por lo nervioso que estoy. Le aseguro que estoy intentando controlarme pero no me sale…”
- “Levanta la cabeza”, le digo, “y mírame. Es lo mejor que me puedes decir, porque precisamente es asi como te tienes que sentir cuando estés ante mi. Esa es la naturaleza de un sumiso. Aquel que siente tanto lo bueno como lo malo. Aquel que siente por igual y a la vez todas las sensaciones y que de igual manera desea y teme, necesita y rechaza. Aquel que se entrega con tanta devoción que le produce a la vez un temor por encontrarla y perderla.”
Sus ojos se llenaron de una ternura tan dulce que produjo en mi una sensación de orgullo hacia el mismo.
- “Sonríeme, querido, no quisiera que estuvieses tan serio. No te digo esto para que estés serio, sino precisamente para que te sientas feliz de compartir algo tan intenso y maravilloso tanto para ti como para mi. Ahora , haz lo que te he dicho. Hazlo suave, quiero que lo sientas, que disfrutes, porque quiero sentirlo, quiero que me lo transmitas para yo sentirlo por igual. Quiero escuchar tu aliento, como respiras, como suena lo que estas sintiendo mientras estás aquí, arrodillado ante mi, acariciando mis piernas. Tengo que sentirte realmente. Para poder adiestrarte no basta con realizar escenas imaginadas. Porque sería recrear lo que tu presupones que es una sesión. Se trata de mucho más. Se trata de sentir, despertar los sentidos. Así que no te cortes y se tu. Continua, porque paras para escucharme?”
- “Perdón Milady”
- “Estás mirando bien mis piernas?”
- “Si Milady, permítame decirle que son preciosas”
- “Deseas besarlas?”
- “Claro que si Milady”
- “Pues hazlo, demuéstrame que realmente lo deseas…quiero verte entregado a mi, quiero sentir que deseas con toda tu intensidad compartir conmigo lo que tu eres y lo que yo te enseñe”
- “Oh Milady, es usted tan comprensiva…”
Sonrio, suelto un suspiro:
- “No te equivoques, soy tan benevolente como exigente”

En ese instante me levanto, me posiciono detrás de Pablo. Con mis manos enguantadas agarro su pecho hacia mi cuerpo, inclino su cabeza apoyándola en mi hombro y girándole con mi mano su rostro, agarrándoselo por la barbilla, le digo al oído:
- “Quiero que entiendas que la disciplina que yo te imparta va unida a la paciencia…que siempre deseo teneros a mis pies, entregados, excitados y deseosos de sentir todo y de entregarme todo”
Suelto a Pablo mientras su corazón está a punto de salírsele. Me siento en mi sillón.
- “Continua, no pares, utiliza ahora tus dos manos para acariciar y besar mis zapatos”
- “Oh, gracias, Milady”

Al rato, cuando creo que ya es suficiente:
- “Stop. Vuelve a tu postura original Pablo. Pon tus manos sobre tus rodillas y tu cabeza la quiero ni muy alta ni muy baja. Ahora solo escucha. No te está permitido hablar.”
Poniéndome de pie, continuo:
- “Ahora vamos a darle mas intensidad a la sesión, porque sino me aburro y tu te relajas demasiado. Así que arriba, ponte aquí en medio de la alfombra, cierra los ojos y levántame los brazos. Vamos a comprobar como andas de coordinación.”

Con mi fusta, toco su brazo derecho, corrigiendo su postura, pasándola en línea recta desde sus axilas hasta la muñeca.
- “Tienes que mantener exactamente esta rectitud, con la palma de la mano hacia arriba, la espalda mantenla recta y coordinada con los hombros. Crees que aguantarás? Adelante, puedes responderme.”
- “Creo que si Milady, me esforzaré…”
- “No querido mio, quiero que lo hagas, no que lo intentes”
La continuación de la sesión tuvo los resultados que yo esperaba, y si me lo permitís no voy a especificaros mas detalles porque sería romper la privacidad de uno de mis chicos de E63. Lo que si os puedo decir es que el brillo en la mirada de Pablo cuando se despidió de mi dándome un beso en mi mano fue el broche final de un dia perfecto.

1 comentario:

servicial@mixmail.com dijo...

Que afortunados son ambos.
Usted por dar con alguien que desea entregarse de verdad, aprender, y hacer su vida más comoda y feliz.
Y Pablo porque iniciarse con alguien como usted, que desborda autoridad, sensibilidad, educación, compasión y grandeza al mismo tiempo, es algo que muy pocos pueden decir.
Leer su relato me ha llenado de emoción, de entrega y de sentimiento, algo que hacia años que no sentía.
Por desgracia en esta sociedad se valoran mas otras cosas que la entrega de corazón.
Gracias por su blog Lady Monique Lefer, gracias de todo corazón.